En 2008, Pedro Briceño emprendió una búsqueda para recolectar todas las especies de papas nativas de Colombia. Hoy, es un reconocido productor de papas chip en Boyacá y un símbolo de perseverancia.
Fue una travesía. No existe otra manera para definir la historia de Tesoros Nativos, una empresa que, fundada por el boyacense Pedro Briceño, rescata la tradición de las papas nativas en Colombia. Una clase de tubérculos coloridos, ampliamente desconocidos, cuyo sabor es comparable al dulzor de una victoria. Puede sonar exagerado, pero para Briceño no hay mejor metáfora.
Pedro Briceño nació en Ventaquemada (Boyacá) en 1958 y su destino estuvo signado desde el comienzo por la papa. Su padre, campesino, sembraba papas nativas en la finca y destinaba la cosecha para el consumo familiar. Desde entonces, Briceño estuvo acostumbrado al sabor dulce de la Tucana, la Carriza, la Andina y la Quincha, especies del tubérculo ampliamente desconocidas.
Al preguntarle a Briceño por su historia —sus intereses, sus miedos o su origen—, su memoria se remite inmediatamente a la historia de Tesoros Nativos. De forma casi que simbiótica, la historia de su vida es la historia de su empresa familiar. A los 45 años, en la plenitud de su adultez, este hombre le dio un giro completo y riesgoso a su destino: abandonó las oficinas municipales y persiguió otro sueño.
“Yo me dedicaba a ser tecnólogo en producción agropecuaria, pero desde 2008 me convertí en pionero de la producción y el rescate de las papas nativas. Se acabó mi contrato en la Alcaldía de Ventaquemada y decidí emprender un proyecto. Quería que fuera algo raro, que no existiera en Colombia, y entonces recordé los tiempos de mi niñez”, relató.
Ese año pasaron muchas cosas en Colombia, pero dos de ellas marcaron un precedente en la memoria de Pedro Briceño: la suscripción del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, y el Paro Agrario. Ambas coyunturas nacionales impulsaron a este campesino a confiar su vida a unos tubérculos desconocidos.
“Comencé a sembrar nuevamente papitas en la finca. Llegaban mis amigos y se sorprendían por el color de las papas. También comencé a recorrer otros municipios paperos de Boyacá y encontré otras clases nativas. Cada pueblo tenía sus papas de colores y eran tubérculos que estaban solo en las manos de personas mayores. Solo los campesinos viejitos las conservaban”, explicó el fundador.
Y así comenzó un viaje por la tierra de Colombia. Briceño visitó el Parque Nacional Natural El Cocuy y algunos municipios paperos como Socotá y Sativanorte. También llegó hasta Cundinamarca y Nariño. Y entonces confirmó sus sospechas: Colombia era tierra de paperos. En toda su travesía, Pedro Briceño recolectó 50 clases diferentes de papa nativa.
“Intercambiábamos las papas con los demás campesinos. Era como revivir la época del trueque. Eso fue una cosa impresionante que permitió rescatar las papas e introducirlas al mercado”, agregó el fundador.
Las cifras más recientes sobre producción de papa en Colombia son dicientes. De acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, se producen más de 3 millones de toneladas de papa al año en más de 141 mil hectáreas. Además, se benefician cerca de 100 mil campesinos y cultivadores, y más de 250 mil personas dedicadas a la producción del tubérculo en 280 municipios.
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